Blanca Portillo es Juan Mayorga en su obra Silencio en Bilbao

El dramaturgo Juan Mayorga y la actriz Blanca Portillo explotan juntos en Bilbao sus mejores cualidades en este Silencio que primero fue discurso y ahora obra teatral dirigida por el propio autor.

La prestigiosa actriz Blanca Portillo protagoniza el 3 de marzo en el Teatro Arriaga de Bilbao un monólogo escrito y dirigido por Juan Mayorga (Premio Nacional de Teatro en 2007 y Premio Nacional de Literatura Dramática en 2013) que reflexiona sobre los silencios en la vida y el teatro.

Su argumento expone cómo un dramaturgo, vestido con un traje de etiqueta dentro del que no acaba de sentirse cómodo, cumpliendo con el preceptivo protocolo, o una actriz amiga a quien ha pedido que lo represente en el acto, va a ingresar en la Academia pronunciando un discurso titulado Silencio. Sus oyentes son los otros miembros de la institución, autoridades públicas, amigos, familiares… y para ellos ha preparado un soliloquio basado en el silencio, probablemente en el suyo propio.

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Blanca Portillo narra las vicisitudes de un dramaturgo cuando va a ingresar en la RAE y ha de pronunciar un discurso titulado Silencio. Un hilo argumental que comparte trazas reales con el discurso que leyó el propio Juan Mayorga en 2019 y que ahora  se lee en parte sobre el escenario de Bilbao.

Así, casi sin quererlo, viaja por los silencios escénicos y literarios que han marcado su memoria como el de Antígona, el de La casa de Bernarda Alba, el de Carta al padre, el de Woyzeck, el de La vida es sueño, el de La más fuerte, el de El gran inquisidor, el de los personajes de Chéjov, el de las extrañas criaturas de Beckett, el de Sancho Panza… Y antes de que se dé cuenta, el protagonista está interpretando todos esos momentos como si estuviese en un escenario.

Igual que a los espectadores, esos silencios le enfrentan con los de su propia vida. Quizá tenga, en cada momento, la tentación de callar. Quizá el silencio, que soporta el discurso y sobre el que el discurso indaga, ponga el discurso en peligro. Quizá lo más importante sea, para quien pronuncia el discurso y para quienes lo reciben, por encima y por debajo de las palabras, escuchar juntos el silencio.