La villa más antigua de Bizkaia, Balmaseda, es una de las localidades con más encanto del País Vasco por su gran patrimonio cultural, monumental y natural.
A tan solo 30 km de Bilbao, se encuentra la que fuera la primera villa de Bizkaia, Balmaseda, una localidad que aúna un bonito casco histórico de sabor medieval, un privilegiado entorno natural, tradiciones e historia. Su patrimonio monumental, cultural y natural, no deja indiferente a los que se animan a acercarse para conocer todo lo que ver y hacer en Balmaseda.
Anímate a recorrer con nosotros la que es considerada por muchos la capital de las Encartaciones y testigo de un Camino de Santiago olvidado que atravesaba las montañas, de los albores de la industrialización en el norte de la península, de un guiso nacido en el ferrocarril y hasta de la prenda más distintiva del territorio vasco.
Puente Viejo de Balmaseda
El Puente medieval de Balmaseda, conocido como Puente Viejo, es el testigo más antiguo de la historia de esta preciosa localidad vizcaína, y el último testimonio de una antigua muralla de la que ya no queda ni rastro. Las aguas del río Cadagua llevan pasando por debajo de sus tres arcos de medio punto cientos de años, al menos desde el siglo XV. En aquellos tiempos, el también llamado puente de La Muza, era una de las antiguas puertas de acceso a la villa y tenía la función de aduana. Y es que, este era el lugar en el que tenían que pagar impuestos los mercaderes, comerciantes y demás personas ajenas a Balmaseda que querían acceder a la villa, ya que era parte de la antigua calzada romana que unía Castilla y Flaviobriga (Castro Urdiales), lo que viene a indicar la importancia comercial que tuvo Balmaseda.
Afortunadamente, hoy en día, todavía podemos caminar sobre el pavimento adoquinado de este puente declarado bien de interés cultural, e imaginarnos el aspecto de aquella villa amurallada en el bajo Medievo, con su puente fortificado, su torreta de vigilancia en uno de los laterales del puente, y el guardia que, desde lo alto de la torre, vigilaba con celo el tránsito de quien osaba cruzarlo.
Casco Histórico
El casco histórico nos recibe al otro lado del Puente Viejo y nos traslada atrás en el tiempo a un pasado de esplendor. El actual trazado urbanístico todavía conserva un inconfundible sello medieval. En sus empedradas callejuelas conviven los más diversos estilos arquitectónicos: iglesias, palacetes, casas señoriales, como el peculiar convento de Santa Clara, que hoy en día alberga el Centro de Interpretación de la Pasión Viviente, la iglesia de San Juan Bautista del s. XV, que acoge el Museo de Historia Villa de Balmaseda, y los palacios de Urrutia y Horcasitas.
Pero entre el amplio y rico patrimonio cultural de Balmaseda, destacan la casa consistorial, conocida como La mezquita, por su gran pórtico de inspiración mudéjar, y su vecina la iglesia de San Severino, situada en la plaza del mismo nombre. Desde el exterior llama la atención su torre campanario, claramente barroca, y su precioso rosetón.
Museo de Boinas La Encartada
Situada a las afueras de Balmaseda, a menos de dos kilómetros de su casco histórico, se encuentra uno de los testigos más importantes de la época dorada de la industria en Euskadi, la fábrica de La Encartada, especializada por aquel entonces en la confección de txapelas (boinas vascas) y hoy en día reconvertida en museo.
Probablemente, éste sea el único museo de toda Europa que incluye en el mismo complejo la propia fábrica que conserva en buen estado prácticamente toda la maquinaría de una cadena productiva que abarca el proceso completo, además de la colonia obrera con sus dos edificios de viviendas, la capilla-escuela y un entorno paisajístico de excepcional calidad, en la vaguada del río Kadagua. Pero además, nos guía por la historia de una de nuestras prendas más icónicas, la Txapela. Y es por lo que este museo se encuentra siempre en nuestra lista de imprescindibles a visitar.
Museo de Historia Villa de Balmaseda
Para profundizar en la historia de la villa y en sus tradiciones, nada mejor que visitar el museo de historia. La colección de objetos, fotos y esculturas del museo, de acceso gratuito, nos ayuda a comprender mejor el presente de la villa. También encontramos zonas dedicadas a las tradiciones y la industria: el txakolí, el comercio, las ferrerías, los muebles, el ferrocarril y la putxera…
El Museo de Historia Villa de Balmaseda es uno de los más visitados de la comarca junto al Museo de Boinas La Encartada. Este museo está ubicado en el interior de la iglesia de San Juan del Moral, en el centro de la villa. ¡Te animamos a descubrirlo!.
Kolitza y la Ermita de San Roque
El monte Kolitza es el pico más emblemático de Enkarterri y uno de los más bellos de Bizkaia. Sus 879 metros de altitud ofrecen una impresionante panorámica de 360 grados sobre Balmaseda y los valles circundantes. Desde su cima alcanzarás a ver tres territorios diferentes: Cantabria, Burgos y Bizkaia, e incluso los días más despejados podrás ver el mar. El alcance de sus vistas le merecieron el título de monte bocinero junto con otros cuatro del territorio histórico; Gorbea, Oiz, Sollube y Ganekogorta. Desde allí, se hacía sonar la bocina de cuerno para convocar las Juntas Generales que se habrían de celebrar en Gernika. Esto ocurría hace muchos siglos. Hoy, este monte bocinero es un destino de senderismo que no debes perderte si visitas la comarca Enkarterri.
Aunque es posible alcanzar la cumbre por distintos senderos, recomendamos seguir la ruta tradicional, que parte desde detrás del Ayuntamiento hacia el barrio de Pandozales. El trayecto se prolonga durante 6,5 kilómetros entre hermosos paisajes poblados de coníferas, caseríos y viñas de txakoli. La ascensión está marcada en blanco y negro y debidamente señalizada, por lo que no tiene pérdida.
Al llegar a la cima encontrarás la ermita de San Roque, del siglo XIII, refugio ante las calamidades durante muchos siglos. Casi totalmente destruida en Julio de 1937 por la ‘Batalla de Kolitza’ de la Guerra Civil, fue reconstruida, y hoy en día continúa coronando la cumbre del Kolitza.
Si quieres participar en una auténtica romería te recomendamos que subas a Kolitza el 14 de mayo, cuando sus campas se inundan de música y alegría, una fiesta en la que no puede faltar txakoli de la zona y una buena comida popular.
Pasión Viviente de Balmaseda y Centro de Interpretación de la Pasión Viviente.
Para disfrutar realmente de todas las posibilidades que ofrece Balmaseda no hay nada mejor que perderse durante unos días entre sus gentes. Y es que la villa más antigua de Bizkaia, no sólo es un bonito entramado medieval que se asienta sobre un estrecho desfiladero bañado por el río Kadagua, es también el escenario de una de las Semanas Santas más célebres del país.
En pocos lugares como en Balmaseda se vive esta fecha con tanto fervor y entrega. La Pasión Viviente de Balmaseda es la mayor festividad religiosa de la región y la más antigua y reputada de Euskadi. El casco histórico se transforma en escenario viviente por Jueves y Viernes Santo. Cada recoveco de sus calles, el vestuario y el maquillaje de sus habitantes, reproducen con un realismo sorprendente las últimas horas de Cristo.
Comprometidos con la herencia de esta tradición, generación tras generación, y con la responsabilidad de hacer sentir a los espectadores en su propia piel las últimas horas de la vida de Jesús, los habitantes de Balmaseda realizan una labor fantástica. Hoy en día, son más de 700 personas las que participan en esta representación, mantenida durante siglos, y que cada año atrae a miles de visitantes.
Para los que estos días le sepan a poco, durante el resto del año se puede visitar el Centro de Interpretación de la Pasión Viviente que te permite conocer más a fondo este particular Vía Crucis Este museo alberga algunos de los elementos más representativos de la Semana Santa balmasedana; Desde los elaborados trajes de los protagonistas hasta los pasos utilizados en las procesiones, además de imágenes, vídeos, paneles informativos e innovadores efectos especiales sobre esta tradición.
Mercado Medieval de Balmaseda
Todos los años, durante un fin de semana, Balmaseda recupera el sabor de la más pura tradición del Medievo. Los vecinos de la villa se visten con sus mejores atuendos de estilo medieval y el Casco Histórico se cubre de estandartes, paja y puestos que simulan un pueblo del medievo con su habitual actividad comercial.
Como si fueses un actor de película de la época medieval, caminarás entre pasacalles, músicos, malabaristas, saltimbanquis y equilibristas. Es tal la puesta en escena, que este mercado se ha convertido en el mercado medieval con más afluencia de visitantes y en todo un hito en la oferta cultural del País Vasco. La altísima participación de sus vecinos, la forma en la que se transforma la localidad y la variedad de actuaciones y espectáculos hacen de esta cita un evento singular.
Ah! y no te olvides de visitar la Plaza San Severino. En esta plaza encontrarás artesanos que trabajan al momento las materias primas para demostrar al público cómo se realizan artículos de cuero, madera, cristal, ricos dulces o perfumes y hierbas medicinales.
Si todas las actividades que hay durante el día te parecen pocas, puedes disfrutar también de las actuaciones nocturnas en las que el espectáculo y el fuego son los principales protagonistas.
Fiestas de San Severino, Las Putxeras de Balmaseda.
¿Qué tienen que ver las alubias con el tren? No es ningún acertijo. Es más bien el origen del plato emblemático de la gastronomía balmasedana, es decir, la Putxera. Y es que este exquisito guiso nació de una necesidad ferroviaria, así como de la gran imaginación y dotes culinarias de un maquinista.
Pero vayamos al principio. Situémonos a finales del siglo XIX, cuando las locomotoras de vapor escupían al cielo infinitas columnas de humo. Eran los tiempos del desarrollo industrial y del famoso Tren de la Robla que permitía exportar el hierro extraído de Bizkaia y, al mismo tiempo, importar de León el carbón para la combustión. Este larguísimo trayecto entre la capital vizcaína y las minas de León precisaba de algo que mitigara el frío y el cansancio que padecían los ferroviarios. ¡Y pocas cosas hay más inspiradoras para buscar soluciones que la necesidad!. Utilizando el propio carbón, que era el combustible del tren, guisaban los maquinistas, fogoneros y guardafrenos en esta olla ferroviaria que hoy llamamos Putxera. En ella mezclaron sabiamente pimientos, costillas, chorizo, morcillas de Sopuerta y alubias balmasedanas, consiguiendo un cocido tan sabroso que mereció el reconocimiento de todo un pueblo.
Hoy Balmaseda recibe al visitante con una gran putxera gigante y la ‘olla ferroviaria’ , como también se la conoce, forma parte de la carta de todos los restaurantes de la comarca y, por supuesto, del menú de muchísimos hogares del municipio de Balmaseda.
Además, Kilos de alubias rojas, cebollas, ajos, pimientos rojos, costillas, chorizos y tocinos llenan de un aroma inconfundible las calles de la localidad vizcaína de Balmaseda cada 23 de octubre. Son las putxeras, que el día grande de la festividad de San Severino, congregan a un pueblo fiel a sus tradiciones con el popular concurso de Putxeras. El cocido es lo de menos. Es la excusa perfecta para pasar un día agradable entre amigos.
Dónde comer en Balmaseda
Existen numerosas opciones donde comer o cenar en Balmaseda, pero el restaurante del hotel Convento San Roque es de los más populares. Su cocina responde a una interesante mezcla entre la cocina clásica de Las Encartaciones y las técnicas más innovadoras de la gastronomía actual. Todo ello se elabora a base de productos frescos de buena calidad y procedencia autóctona.
Así, el restaurante ofrece la posibilidad de degustar platos de ayer como la putxera balmasedana o cordero asado al horno de leña, y de paladear de la cocina más innovadora del momento.
Dónde dormir en Balmaseda
En el marco incomparable del Hotel Convento San Roque, del siglo XVII, tu estancia será inolvidable, en cualquiera de las 21 habitaciones, los mismos habitáculos que utilizaron las monjas de clausura que dieron vida al convento.
Gozarás de la tranquilidad de su jardín o descubriendo tesoros tan asombrosos como el pozo de agua natural, que parece actuar como eje del sorprendente patio interior, así como el torno y las escaleras originales.